LA HUMILDAD
Hoy en día, existen muchas ONGS cuyos componentes trabajan incansablemente con el objeto de servir o ayudar a los demás, pero nos debemos hacer esta pregunta ¿Por qué lo hago? Porque me vean, por altruismo, porque yo soy bueno y el mejor, por prepotencia, porque todo lo hago bien, o sea que, a veces, solamente nos falta decirle a Dios, quítate tu porque me pongo yo.
En este domingo pasado, en la lectura del Libro del Eclesiástico, Dios nos dice que prefiere al huérfano y a la viuda, al pobre y al humilde, en una de sus frases nos indica -- «Los humildes atravesarán las nubes» -- esto quiere decir que ellos conocerán el verdadero rostro de Dios- Hoy, por ejemplo: vas conduciendo y, el contrario siempre tiene la razón, siempre discute contigo por un aparcamiento, siempre tiene preferencia de paso, es el bueno, el que todo lo sabe, es el mejor y tiene que demostrarlo a los demás. Pero Jesús, en ese mismo domingo nos dice una hermosa parábola -- «Un día entran dos personas en el templo, una era un fariseo y la otra un publicano, el fariseo se pone delante junto al altar y comienza a decir: Señor, yo no soy pecador como ese publicano, yo soy mejor que él, cumplo con todos los preceptos, pago el diezmo a su debido tiempo, atiendo a las viudas y todo lo hago bien, por lo que merezco un sitio a tu lado, en cambio, el publicano, en el último lugar del templo, como si le diese vergüenza, decía dándose golpes en el pecho: Señor, soy un pecador, ten compasión de mí.
Y Jesús preguntó ¿Cuál de los dos salió justificado? Todos se quedaron pensando y, entonces Jesús les dijo: -- El publicano salió justificado, el otro no, éste imploró el amor de Dios y su misericordia, el otro no, solamente se hecho flores el mismo y no tuvo en cuenta el amor y misericordia de Dios, se puso en su lugar.
Y eso es lo que hacemos muchos, decirle a Dios que somos los buenos, pero, en realidad, carecemos de amor hacia los demás.
Y Jesús preguntó ¿Cuál de los dos salió justificado? Todos se quedaron pensando y, entonces Jesús les dijo: -- El publicano salió justificado, el otro no, éste imploró el amor de Dios y su misericordia, el otro no, solamente se hecho flores el mismo y no tuvo en cuenta el amor y misericordia de Dios, se puso en su lugar.
Y eso es lo que hacemos muchos, decirle a Dios que somos los buenos, pero, en realidad, carecemos de amor hacia los demás.